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Notas de Mr. Kite

Vacaciones merecidas

Vacaciones merecidas

Hacía días que Couldyun estaba de vacaciones. El departamento le concedió un mes de descanso y el inspector sentía que lo necesitaba. Eran demasiados días, meses, pensando e investigando en el asesino. Porque para Couldyun no había otro asesino, era el único. Era una lucha en la que de momento se sentía perdedor, y con él todas las víctimas. Y esa sensación le oprimía el espíritu, le hacía deambular como alguien que ha perdido el juicio -y quizás empezaba a perderlo- por las calles, preguntando y desapareciendo entre suburbios buscando una copa de absenta, o dos, o tres... y luego siendo recogido por su fiel ayudante el sargento Soppot. Y tras despertar del sueño etílico, volver a sentir que un ser cruel le estaba ganando la partida y estaba acabando con su estructura vital. Demasiados burdeles en los últimos meses...demasiadas mujeres solo para hablar con ellas, sin tocarlas, solo contemplándolas y fumando opio. Se sentía muy cansado... unos días fuera, ¿dónde? en Corfú.

LLevaba dos semanas en Corfú y la sensación de pasear por la playa de Arilas era un placer. El rumor de las olas rompiendo suavemente en la orilla, salpicar las rodillas por el chapotear de unos pies descalzos, sentir la calidez de los rayos del sol acariciando sus hombros...llevaba dos semanas y podría estar allí eternamente. Observaba plácidamente el discurrir de los minutos y había conseguido sentirse entero de nuevo, su alma parecía reconstruirse. Perderse por las calles del barrio del Kampielo en la ciudad le invitaba a pensar en otras épocas, en algunos amores, y olvidar la necesidad de un cuerpo femenino que le escuchara. Vivía unas vacaciones solitarias y ese era un motivo de descanso. Haciendo vida de hotel, tomando un martini seco antes de comer y prescindiendo de absenta y del opio. Eran unas vacaciones merecidas.

Pasados esos primeros quince días, Couldyun hacía una vida apacible y rutinaria, y volvía al hotel tras el habitual paseo por la playa antes de comer. Pidió su martini seco, le hacía gracia contemplar la aceituna y solía comerla tras saborear todo el líquido. "así tendrás más ginebra" le decía a la aceituna. Couldyun se sentó y pidió el periódico local, como todos los días. Una costumbre que ya le resultaba cremonial.

Aquel día el camarero le sirvió su martini y su periódico y le susurro al oido "le sugiero que eche un vistazo a la página siete, los sueños se empeñan en aparecer". Tras eso Couldyun apenas pudo darse la vuelta y el camarero ya estaba de espaldas saliendo del salón de lectura. "Un griego con acento londinense", pensó, "seguramente la página siete hable hoy de placeres mediterráneos y de la vida placentera en estas costas".

Cuando Couldyun abrió el diario por esa página encontro una nota suelta escrita a mano que decía "¿Son tus sueños o los míos?", y se fijó en el titular, al hacerlo gritó poseido por una locura infernal. "Mujer de veinte años aparece asesinada con signos de mutilación en el puerto de Corfú".

 

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