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Notas de Mr. Kite

Una modelo de conducta

Una modelo de conducta

- Asi que quieres ser famosa, ¿no? -preguntó el inspector Couldyun

- Bueno, ¿y quién no? -le respondieron.

Ella era Adelaide Litton, una chica muy mona, jugadora de polo de la Universidad de Kensington, 21 años, estudiante de agricultura. El inspector contactó con ella porque era amiga de la última asesinada, Olive Werthington. Olive apareció descuartizada en un callejón en el barrio de La Sorbona en París. Nadie sabe como llegó allí, la ultima vez que la vieron fue en Oxford Street cuando se despidió de Adelaide. Y luego su cuerpo sin vida sacudió el estómago de un estudiante parisino de filosofía que volvía a su casa a altas horas de la madrugada tras una fiesta típica de estudiantes.

Adelaide aparte de jugar al polo con Olive solía posar desnuda como modelo de un amigo suyo, estudiante de arte y consumidor asiduo de absenta, y pensaba que el ser modelo la elevaría a los más altos escalones del deseo público. Pensaba que poco a poco sería cotizada por todos los artistas de Londres y que alguien le ofrecería un papel de actriz en alguna película y después sería la mujer más anhelada de la escena. Quería ser famosa, no había duda.

- Adelaide, ¿recuerdas la última vez que viste a Olive? -pregunto esta vez el sargento Soppot.

- Claro, en Oxford Street, ella dijo que iba a comprar un sombrero de tafetán verde y que nos veríamos esa noche en la fiesta de unos amigos de un grupo de baile. El sombrero era precioso y me hubiera encantado acompañarla pero, como ya le dije antes, tenía que posar con Richard, Rick, me dijo que le faltapa perfilar uno de mis pechos. ¿Le he dicho que tengo unos pechos preciosos?

William Soppot enrojeció ante la pregunta y miró fijamente al cuaderno donde tomaba sus notas. Couldyun, sin embargo, acercó una de sus manos al pecho de Adelaide, lo palpó y Adelaide ofendida ante el gesto intentó abofetear al inspector quien detuvo la mano de Adeleide agarrándola por la muñeca.

- Solo quería comprobar al tacto si son realmente preciosos, no puedo apreciarlos con tanta vestimenta.

- Es usted un grosero, mi comentario era artístico. -gritó Adelaide

- Aquí tiene mi teléfono, llámeme si quiere que tengamos una charla más... -el inspector le soltó la muñeca-... agradable. Mis respetos señorita Litton, marchémonos señor Soppot, aquí no hay mucho más que hacer, hace demasiado calor y pese a ello no logramos ver la belleza de este cuerpo femenino.

El sargento con un estado entre avergonzado y sorprendido siguió al inspector al tiempo que Adelaide pasando sus manos entre el cabello rubio que adornaba, enmarcando, su bello rostro soltó:

- Espero que su teléfono tenga siempre alguien al otro lado inspector.

- Y yo que sus pechos sean tan preciosos como mi mano ha intuido.

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