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Notas de Mr. Kite

Siete segundos

Escucho una canción de los Rodríguez y comienzo a llorar por la mañana mientras atravieso la ciudad hacia la rutina de cada día. Uno de los versos me mata lentamente cruzando el cuchillo de las palabras a través de las señales de mi alma. Con regalos imaginarios, con personas que se quisieron como quisieron. Con sonrisas que duran siete segundos.

Esta canción pasó inadvertida para mí durante años. La escuchaba y no me decía nada, sentía cierta repulsa por el comienzo de la misma. Los dos primeros versos me chirriaban, “el es socio de canal plus y ella empleada del corte”. Hace apenas una semana decidí darle otra oportunidad después de años que duran siete segundos. Y me dejó clavado. Me quedé con la cara empapada de lágrimas cuando la oía.

Supongo que llorar con canciones es un signo más de lo estúpido que soy. Hace un tiempo ya dije que la sensibilidad no cotizaba en la bolsa de los triunfos amorosos. Tiene valores poco seguros, y es dudoso que se pueda especular con la misma. Es la fragilidad ante el dolor por el amor, esa condición que aleja a los inversores en relaciones cimentadas por “lo que debe ser”.

La sensibilidad no está reñida con el carácter. Eso lo sé. Porque, en realidad, apenas hay nada enfrentado con el carácter.

También me dijeron que eso que decía no era así. Es fácil decirlo, pero la realidad va por otro lado. Es más, lo dice gente que no actúa con el respeto a las tormentas en los ojos, no se emocionan por una gota salada surcando los caminos que la erosión del dolor deja en una cara que solo desea ser besada en las mejillas con besos que duren siete segundos.

Llorar es un ejercicio para algunas personas, una forma de desahogarse…para otros no es tan enrevesado, es simplemente la destilación del alma herida, es el rebosante de la ansiedad y del daño que sufres cuando los truenos de la soledad aparecen.

Siete segundos imaginarios. Segundos Lejanos y Cansados...

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