Comienza el año...
El año no ha empezado bien, y no se ya si creer en refranes o en su puta madre. Me da igual, todo me da igual, o casi todo. Es mentira, hasta eso es mentira, no me da igual todo. Pero no se si mentí cuando tenía 17 años como comenta Fran Healey.
El año comienza exactamente igual que como terminó, es mentira eso de que año nuevo vida nueva, las vidas son siempre las mismas. Y los cambios no están asociados al comienzo de un año, si acaso están asociados al fin de un etapa. Y a veces ni siquiera.
Entiendo perfectamente mucho de lo que me pasa, no me valen historietas de psicología de barrio, solo me valdrían si fuera una psicóloga que estuviera cañón, y me duraría la solución lo que me duraría...apenas nada.
Conocerte demasiado es un problema. También es una ventaja, puedes identificar de dónde te vienen los problemas. Pero claro, eso a veces tampoco mola. De qué demonios te sirve saber algo si luego te pones a llorar por las noches. De qué demonios te sirve la sonrisa de los demás si cuando lloras te sientes culpable por llorar sin que esas sonrisas te hagan olvidar tu llanto. De qué te vale cualquier cosa si lo que te vale es inalcanzable.
Writing to reach you clava las cosas
Why does it always rain on me también
Termina el año con Travis, comienza el año con Travis.
Y encima ya no se ni poner tildes ni redactar...bueno, creo que redactar nunca supe, y en cuanto a las tildes, lo mismo pensé que sabía y resulta que no es así.
Shakespeare, Love and Calls
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