Indiferencia, por parte de la indiferencia...por supuesto.
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Esperando oír el crujir de las hojas otoñales al pisar el asfalto.
Sobrellevar la persistencia en errores como si fuera un don.
Tenaz y orgulloso en los odios maniqueos.
Ocultar cinco pasiones y otras tres airearlas en un periódico local.
Osar a tener la sensación de que estás perdiendo el tiempo de los demás.
Saberse seguro de que el tiempo de los demás es inservible. Así que vas y lo sacas del frigorífico.
Lamer un trozo de hielo hasta sentir el agua chorreando por la comisura de los labios.
Ansiar paraísos desconocidos, esos que odias.
Parar entre sonidos que te sobrepasan por ambos lados.
El temor a estar rodeado de olores nauseabundos.
Las cucarachas componen música sobre cuadernos con rayas.
Aire modulado, Miles Davis tomándose una taza de té hirviendo.
Verse reflejado en un charco mientras pasan los coches a decenas de kilómetros.
Escoger entre virtudes, rasgar una cortina buscando emociones.
Recoger los restos de un naufragio entre tus manos, buscar a los superviviente entre los pliegues de los dedos.
Descartar la opción menos atractiva.
Aparcar en una calle con 3 sentidos de la dirección simultáneos.
Dar una opción a que te mientan constantemente.
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Tal vez ese no era el mensaje. Al final el señor del pañuelo rojo se alejó murmurando algo de una canción de un grupo francés, Phoenix, mostrando una indiferencia absoluta por lo que había dicho. Curioso tipo...
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Lorenzo -