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Notas de Mr. Kite

Tengo llagas en los dedos

Tengo llagas en los dedos ...de escribir siempre cosas similares.

Estas entradas son desde un lugar apartado del silencio. Un lugar donde el dolor es un amigo eterno que juega al ajedrez contigo. Mejor ese compañero de partida que otro con guadaña. Especialmente si el dolor ya es amigo y duele menos.

Alguien dice de alguien lo grande que es. Y el alabado no sabe si eso le satisface, no lo tiene claro del todo debido a un punto de vanidad. Y no lo sabe porque sospecha que esa grandeza es la culpa de todos sus males. Ser grande cuando lo normal es ser pequeño no es bueno. Ser virtuoso en un mundo de pecados es un pecado en sí mismo, pero pecado poco vendible, es como ser inglés sin saber inglés. Pues vaya mierda. Al final uno no quiere ser grande, quiere ser pequeño, pero algo dentro de tu cuerpo te lo impide, no te deja hacerte minúsculo, hacerte una ameba como los demás, ser un guerrero que abandona el campo de batalla para comer una buena ración de perdices. Ser grande en Lilliput es un problema, eso ya lo sabía Swift.

¿Cuántas veces hay que romper la jarra para saber que es de cristal?

En algunos casos siempre se sospecha que la jarra es de madera...pero al final se rompe. Curiosamente se rompe por el choque térmico no por tirarla al suelo. Y recoges los añicos, y piensas “demonios, la jarra mismo me dijo que era de madera”. Son tantas jarras rotas que ya no sabes donde escanciar tu soledad para compartirla. Tantas jarras sin lágrimas porque cuando llegaban las lágrimas ya estaba rota.

La tranquilidad. Algunos no la poseen y la anhelan otros no saben lo que tienen. Todos deseamos despertar sonriendo, pero no tengo ningún paisaje guardado en mi bolsillo que se asemeje a nubes donde perderme.

Soledad rodeada. Cuándo crees que encuentras a alguien que entiende el armenio resulta que, a mitad de conversación, te confiesa que prefiere el birmano y entonces dejas de hablar. Pero él sigue ahí, hablando birmano. Y tu no sabes birmano.

El penúltimo, siempre es el penúltimo día de los días que quedan por sufrir la pena a la que te abonaste al nacer.

Las sombras solo son sombras hasta que les pones un nombre.

¿Hay alguien ahí fuera?

Se que es verdad.

Al menos llueve. Por eso doy gracias. Al menos tengo al otoño para acurrucarme entre sus brazos.

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