Letras de un sábado...
Me levanto el sábado con dolor de oído, este catarro no acaba de irse y ahora ataca por ahí. Me siento agotado mental y físicamente arrastrando un resfriado o gripe o catarro desde principios de año. El curro me tiene estresado por un lado y jodido por otro. Te encuentras con gente de todo tipo allá. Diablos y ángeles.
Conceder un sentido cosmogónico a las cosas hace que puedas relativizar todo bastante y, si bien yo suelo sacar dicha frase de vez en cuando, en realidad suelo ser bastante poco relativista. Problemas de la gente insegura, no relativizamos nuestro mundo. Creemos que el público está a nuestro alrededor para vigilarnos, creemos que han pagado entrada exclusivamente para ver si hacemos algo mal y señalarlo. Al fin y al cabo si han pagado entrada tienen derecho a ello. Pensamos eso y muchas más tonterías…
Pues no, ni han pagado entrada ni están pendientes de nosotros. Simplemente están.
Me duele el oído, mierda.
Estos días son tremendamente extraños…y empiezo a pensar que la extrañeza es rutina pues me veo en una rareza continuada desde hace un tiempo. Necesito tocar más la guitarra pero solo puedo hacerlo los fines de semana y tampoco tengo tiempo para mí en ese rato de algo más de 48 horas. El resto de la semana la paso de hotel y es poco reconfortante. Las paredes de la habitación se tornan frías cuando no sientes compañía cálida. Luego, a las 9, cerveza en la cafetería o en algún bar cercano, y a las 11 en la habitación de nuevo. Currar o navegar por internet o leer un poco. Y a dormir para despertar de nuevo en el hotel.
Recuerdo conversaciones con amigos acerca de vivir en un hotel en una ciudad como Tánger, o Alejandría. Inevitablemente me viene el recuerdo de Paul Bowles y el cielo protector. Tengo que pillar la película de Bertolucci. También recuerdo la tetralogia de Durrell, El Cuarteto de Alejandría, libros que tengo en la lista de lo interesante…lo tengo pendiente de adquirir, al menos el primero, Justine, para empezar la historia y ver qué tal. Lo he visto infinidad de veces y no lo he comprado aún...supongo que soy un errático espontaneo, o quizás, simplemente, no era consciente de que lo quería. De todas formas el erial castellano que hay debajo de Madrid no es Alejandría… afortunadamente, pues Madrid está más cerca.
Quizás lo mejor de la semana es la noticia del cambio de vida de alguien, ya referido en la anterior entrada de este blog…noticia tardía, impregnada del retraso del silencio. Pero buena noticia.
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