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Notas de Mr. Kite

Letras ajenas, preocupaciones mundanas

Letras ajenas, preocupaciones mundanas

Leo “A tu edad” de Scott, el viejo amigo. Siempre hay sitios donde volver. El momento que describe en el vagón de tren camino a México con esa dama que Meigs presenta a Tom es sencillamente perfecto. Lo aturdido del momento y lo aturdido que me deja. Qué grande es este escritor, qué detalle la relación entre Tom y Annie. Se me erizó el vello en la escena del tren. Casi lloro. Pero eso no es nada raro en mí. Tengo una sensibilidad desbocada.

Ayer fue un día demencial con ganas de dormir y sin ganas de apenas nada más. Enganchado a mí mismo, llevo un tiempo con mis ideas en mochilas desechables y creo que cuando las abro no están ahí porque actúo no con un ideario sino de forma errática y errónea.

Me acerco a Miguel Hernández, ese poeta de lo bello tan politizado, por desgracia, me acerco a él, a sus versos libres, esos lejanos de la guerra, esos del alma. Me acerco y leo un soneto...

 

¿No cesará este rayo que me habita

el corazón de exasperadas fieras

y de fraguas coléricas y herreras

donde el metal más fresco se marchita?

¿No cesará esta terca estalactita

de cultivar sus duras cabelleras

como espadas y rígidas hogueras

hacia mi corazón que muge y grita?

Este rayo ni cesa ni se agota:

de mí mismo tomó su procedencia

y ejercita en mí mismo sus furores.

Esta obstinada piedra de mí brota

y sobre mí dirige la insistencia

de sus lluviosos rayos destructores.

Creo que no se puede decir mejor. Creo que tengo que comprarme ese libro de poemas, previo a todas las andanzas políticas, creo que “El rayo que no cesa” debe estar en mis estantes. Lo he leído esta mañana en internet, y creo que he visto muchos retratos míos en sus versos. Creo que debo comprarme ese libro.

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