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Notas de Mr. Kite

Cansancio...busca tu caja.

Cansancio...busca tu caja.

Qué cansado es todo. Te das cuenta de que te tiras la mayor parte del tiempo haciendo cosas para los demás simplemente para agradarles…o porque tienes que pagar una hipoteca. Bueno, eso los que somos una mayoría, unos vulgares asalariados. Otros viven de un trabajo artístico y otros montan en bicicleta, y si ves a los que montan en bicicleta es que te gusta un pueblo castellano donde leen a Dostoievski y Faulkner es su heroe local. Si observas, ves que también hay algunos que viven de un dinero que jamás vieron como llegaba y que otros se tiran todo el rato vendiéndonos la moto de lo buenos que son y de que son merecedores de que les paguemos el sueldo. ¡Qué cansado es vivir de lo ajeno cuando lo ajeno no está dentro de ti! Porque, si lo ajeno está dentro de tí eres feliz enajenándote, porque ya estás algo enajenado. Y si te gusta el zumo de naranja tal vez tengas parte del camino ganado...pero solo si te gusta con pasión.

Pero a mi me parece que sin darnos cuenta nos vamos enajenando, porque no tenemos ningún medio de meternos en nuestros deseos ya que los traicionamos hace tiempo. Hemos pasado nuestra educación social pasando los días traicionando a nuestros deseos, que es como mirarnos al espejo y echarnos un bote de pintura encima. Y así día tras día…renunciando a nosotros mismos porque nos resultamos poco importantes. Y entrar a valorar qué es lo importante es objeto de los sueños y los sueños los guardamos en una caja de chocolate que tenemos escondida, y está escondida porque el chocolate engorda mucho. Y así seguimos, en el día a día, sin abrir la caja...lo curioso es que la caja nos decía que lo importante somos nosotros, pero quizás esto es duro de asumir, porque implica gritar de vez en cuando y a la gente no le gusta gritar.

Con el tiempo la caja empieza a convertirse en un mero recuerdo, un simple y lejano recuerdo de algo que poseías y que, poco a poco, comienza a parecerte de un valor discutible porque los valores son los que te dicen que hay que tener -aunque no escuches que te lo dicen- y entonces es cuando nos podemos declarar como auténticas mierdas.

Así que, concluyo, todos los que olviden donde está su caja de chocolate son unos mierdas. O sea...todos somos unos mierdas.

Y ahora seguiré escuchando a los zombies.

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