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Notas de Mr. Kite

El Ascensor (Texas Love'em) - Miércoles Tarde (2)

El Ascensor (Texas Love'em) - Miércoles Tarde (2)

(...continuando...)

Hace años me di cuenta de que ser ingeniero es tan interesante como ser entomólogo. Si das con alguien a quien le gusten los insectos puedes pasar una tarde memorable, pero lo normal es que tus días en el terreno laboral son bastante poco atractivos.

El ingeniero medio es igual, pero con dosis de salvajismo espontáneas. Normalmente es un buen trabajador, alguien que a fuerza de haber hecho unos doscientos cincuenta y tres millones de integrales se ha convencido de que la vida no es diversión sino lógica. Todo tiene un porqué, si meas es porque has bebido, si comes es para nutrir de energía el cuerpo, si hay burbujas en la coca cola es porque hay gas a presión en el líquido, si hay nubes es porque el agua se evapora y si me emborracho es porque soy un ingeniero. Así es, el ingeniero medio se pilla unas melopeas de impresión. Y encima intenta explicar a todo el que le rodea el sentido de la vida o la ausencia del mismo. Además si es algo freakie le da por leer literatura checa y te suelta unos rollos sobre Milan Kundera absolutamente insoportables.

Y luego está el mito de que los ingenieros ligan. Menuda mentira. Yo soy ingeniero y soy el último en pillar cuando salgo con mis amigos. Y lo que suelo pillar es la borrachera de rigor.

El lunes, como decía, me acordé de Elena y me pregunté si yo era tan cabrón como para llamarla y sondearla olvidándome de Rafa. Me di cuenta de que no, no era así de cabrón. No podía llamarla y apartar de mi mente a mi mejor amigo. Así que decidí llamarla sin apartar a Rafa de mi cabeza, sintiéndome un perfecto cabronazo tal y como Elena me había sugerido.

Eran las doce de la mañana cuando la llamé, estaba algo liada en la farmacia. Elena tiene una farmacia que le han puesto los padres. Es como yo, que tengo apellidos porque me lo pusieron mis padres. Tiene esa farmacia y un piso por San Chinarro, que también le han puesto los padres. Eso sí, un piso pequeño, de solo tres habitaciones. Una mierda, comparado con el piso familiar, ese que tan grato recuerdo me trae. Así que claro, para las fiestas, mejor el piso de papá. Me pregunto el calificativo de mi morada para la familia de Elena. Seguramente la definirían con el
elegante nombre de cuchitril. Al fin y al cabo es un apartamento de solo una habitación y un pequeño saloncito. Cincuenta y cinco metros cuadrados de paraíso para mí, un cuchitril para Elena con su piso pequeño de ciento quince metros cuadrados.

Hablé con ella y pese a que se encontraba atareada me dijo que Rafa estaba fuera el día siguiente y que si quería podíamos tomar un café…a las ocho de la tarde del martes. Yo no suelo tomar café a esa hora, salvo que sea el billete que hay que comprar para luego echar un buen polvo. Sabiendo esto y que el café me produce cierto nerviosismo, me lo tomaría como penitencia de lo mal amigo que estaba siendo con Rafa. El martes a las ocho de la tarde estaba como un clavo en su casa.

(...continuará?)

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